Los cuentos nos divierten, nos enseña, nos transmiten valores... pero sobretodo nos fascinan.
Un cuento no siempre tiene el apoyo de las páginas impresas. Historias inventadas, sencillas o tradicionales, resultan iguales o más atractivas en boca de papá y mamá.
Cuando le explicas algunas de éstas historias a tu hijo, le sitúan, le ayudan a sentirse mejor, a tener más recursos personales, y por lo tanto, a desarrollarse con mas autonomía en el mundo en el que lo rodea.
El cuento nos cuenta, pero también somos contados por él. Y es desde la humildad de ser contados que debemos acercarnos a él para que entonces se despliegue y nos muestre sus tesoros.
Los cuentos nos acercan al misterio, a la magia, nos reconfortan... Nos dan herramientas de crecimiento y pistas para nuestro camino de evolución.
Para llegar a hablar y entender el “cuento” necesitamos dejar de lado juicios, prejuicios, miedos y máscaras sociales, y abrirnos a nosotros mismos desde el niño que llevamos dentro.
Hablar en cuento es entrar en otra realidad, en otro universo donde la mente lógica apenas domina.
Hablar en cuento es maravilloso ya que, siendo el cuento arte y como propuesta artística que es, te lleva de viaje a un viaje interior. A un lugar sin lugar, a un tiempo sin tiempo, donde nada es lo que parece y donde vive un espejo que nos refleja y nos canta y nos cuenta...
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